Tuesday, November 25, 2008

Grandes problemas, pequeños actos


Vuelvo un poco a temas públicos. O al tema público como asunto de reflexión literaria. Me cansa sobre manera el lugar común que indica: “la realidad supera a la ficción” o mejor aún: “los políticos dejan a los escritores sin temas”. Por favor. Uno no se entera de la realidad per se ni cuando le platican los niños qué hicieron en el recreo. Siempre estamos ante distintos discursos, distintas narrativas, convencionalmente cargadas de verosimilitud pero no por eso menos narrativas. Esas quejas crecientes representan dos cosas: falta de compromiso con el papel del ciudadano y falta de compromiso con el papel del escritor. Si la realidad nos supera tanto como para no participar de ella (en el campo de la acción cívica o política, no en el papel de mero espectador o consumidor de información) en realidad nos estamos desentendiendo de los procesos que conforman lo público y avalando por omisión esa realidad calificada de negativa o decepcionante. Peor aún si decimos que dicha realidad no es susceptible de ser narrada de otra forma, reelaborada de manera tal que elementos de esos hechos, puntos de vista hasta ese momento inadvertidos, no sean señalados. En ambos casos estamos ante una abdicación y una velada complicidad en relación con los procesos que dejo se me escapen de las manos.
Quizá no pueda evitar que tal organización introduzca tantas armas a tal país, pero si puedo hacer que un niño valore la vida. Distintos niveles de operación ante un mismo fenómeno, pero ninguna abdicación.