Saturday, April 14, 2012

Urbe

Pasé un par de días en la Ciudad de México. Una noche, me tocó caminar por el Centro Histórico recién mojado por la lluvia. Eso me trajo a la memoria un relato que estoy armando, el cual todavía esta muy lejos de llegar a buen término. El punto es que retoma la idea - ya manejada por muchos- de cómo esta ciudad sobre cieno y antes sobre agua, descansa también sobre historias. En realidad, creo que pocas ciudades pueden tener una historia más desolada que ésta. O tal vez toda gran ciudad que haya pasado por un sitio la comparta.
Simplemente, de noche la Ciudad vuelve a estar surcada de canales y poblada de aparecidos. La piedra recuerda el hambre, el espanto, las discordias. Probablemente también los amores, pero ese recuerdo sólo se condensa en las habitaciones y los rincones más solitarios de los parques. Los amores prohibidos, en cambio, si suelen perpetuarse en alguna leyenda.  Por ahora, dejo a la Ciudad de México, con sus noches de frío y sus cinturones de jacarandas.