Friday, April 12, 2013

Abril violáceo

Es abril. Un calor asfixiante. Las jacarandas siguen derramando flores violáceas sobre el suelo candente. He tenido largas noches de insomnio y días que parecen el encuentro de piezas de distintos rompecabezas. En paralelo, estoy escribiendo. Para mi es un ejercicio que le da solidez a la realidad. Los noticieros, la charla despreocupada, las versiones musitadas sin atención le restan solidez a lo real. Después de la tv ni siquiera las baladronadas de Kim Jon Ung y la lenta agonía de Siria me parecen reales. Por supuesto que lo son. Pero no en la pantalla, no en el murmullo, no en la decisión fácil de tomar partido. Es gente real - un amigo sirio comparte fotos de su patio en la red- gente quizá más parecida a nuestros vecinos que los artistas de espectáculos. ¿Cómo darles un lugar en lo cotidiano si ni a los vecinos más próximos se lo doy?
Y no, mi camino no es el activismo. Apenas hoy comienzo a poder escribir, a perfilar algunas preocupaciones. Escribo con el sudor en el rostro. Pensando en imágenes que me conmovieron. No de Siria , sino de la gente común, de las pocas cosas que he podido entrever en días de reflexión. No, la realidad no pierde sentido en medio del barullo. Es mi sentido de humanidad, de presencia en la tierra el que se tambalea. Tan gratuitos que somos los hombres para algunos, pese a que todos somos únicos e irrepetibles.