Últimamente me ha costado más trabajo del normal mantener vivo este blog. Pienso en él- en la vida toda, quizá- como un navío que espera el viento para avanzar. Mientras tanto, hay que observar como crecen lentamente las algas y los percebes en la madera del mismo y como los albatros, momento,¿ cuáles albatros si no hay viento?
Tengo la firme intención de iniciar un viaje. Aún no tengo claro a donde, pero en principio debe ser a un sitio desconocido. Igualmente, no debe ser en condición de turista. Un autor recién y furtivamente leído, mencionaba que eso rompé la condición iniciática y de descubrimiento del viaje. Simplemente, en lugar de verte confrontado por lo ajeno, de sentirte vulnerable por lo que no conoces, vives una atmósfera de lo similar ( cordial saludo a estadounidenses, europeos y mexicanos ansiosos de toparse con un Mc Donalds para poder comer).
¿Y el mundo habitual? ¿Lo cotidiano? Esto tambien se vuelve amenazante pero por repetición. O mejor aún, no por repetición, sino por la perspectiva infinita de repetición. Este eterno retorno del autobus o del café o del hombre que pasa frente la cristalera a las diez de la noche todos los días se vuelve insoportable.
Ante mi anuncio de viaje ( similar a anunciar el retorno del Mésias o la democratización plena de México, en tanto no lo haga) un amigo me pidió recordar a Cavafis y recordar que llevo el caos conmigo. De acuerdo, pero creo que el caos tiene elementos en común con los primeros tres minutos de una pelicula porno: antes de que digamos ya la vi, aunque no , queremos ver el set. Después, sí, ya la ví.