Sunday, December 21, 2008

Una noche prenavideña

Anoche tuve un anticipo de las reflexiones de fin de año. De momento me detengo en una mesa larga donde los participantes de un círculo de lectura muy particular se retiran después de un convivio. Sólo quedan viejos amigos: poetas y narradores. La charla gira sobre las letras locales y nacionales, sobre el tremendo contraste entre el juego de los egos y las obras obtenidas.
Lo central, llegamos al acuerdo, es qué se busca al escribir. Si no es escribir algo válido – aquí podría poner algo “bueno” “decoroso” “grande”, no importa tanto el adjetivo, todos saben distinguir entre el texto que lo es y el que no- ni se alcanza ese segundo objetivo ni se escribe.
Hay otra dimensión. La verdaderamente importante para todos. La vida cotidiana. Esa rutina cuyos quiebres nos deja cicatrices y dones. Los amores, los viajes, los tedios y el sufrir. Ahí más o menos íbamos todos, como más o menos va cualquiera. Esa que resulta más reconocible a través de un vaso lleno de un bebedizo solo apto para estudiantes de humanidades , artes gráficas y desempleados. Aquí estamos. Sin pareja la mayoría, felices pero con toda la marcha del calendario vibrando por detrás de las luces y el manipuleo sónico del d.j. Ya es suficiente hazaña. La gente que ahí bailaba era la interesante, la que nos construía con sus miradas y sus vivencias. De alguna manera, esa atmósfera de bruma distorsionaba una ósmosis que se da en todo momento, pero sólo se manifiesta en esos momentos de alegría y festejo. Esa telaraña que nos une imperceptiblemente y de la cual la telaraña de la palabra escrita es sólo una manifestación más. Hombres y mujeres en comunión. Todos ellos donde sea que estén.
Faltan los buenos textos. Demasiada gente intentándolo, pero aún no los frutos, quizá ni siquiera la entrega necesaria en las cantidades requeridas. Una lucha en la que bien podemos darnos por muertos los que nos movemos en los linderos de la literatura, pero no menos necesaria, peligrosa y prometedora.

Friday, December 12, 2008

La enorme luna

Casi por casualidad descubrí que la luna de este doce de diciembre será la más brillante en quince años. La nota aparece en http://www.eluniversal.com.mx/articulos/51437.html
Yo en particular tengo una fijación especial con este astro. De nueva cuenta la clave esta en la infancia, cuando su aparición resultaba algo mágico, ya que siempre surgía o de la sombra de los platanales o del mar.
Con el tiempo, me quedó esa especie de sentimiento de lo numinoso que tan rápidamente se pierde con los años. La recuerdo una y otra vez iluminando las casuarinas en la playa de monte Gordo, manchando de amarillo mi percepción de octubre, perdiéndose en ecos de olas y mugidos de vacas. Otra de mis imágenes atesoradas es de una luna creciente apareciendo en la madrugada, apocalíptica y de cristal.
Hoy vi esta luna desde un auto en movimiento y, luego, sobre la parte más vieja de la ciudad. No se trataba solo de una gran luna, sino de ese momento único: viernes, doce de diciembre, la gente de compras prenavideñas, el cielo despejado, azul cosmos. La ciudad quedaba abolida y de nuevo era el cielo y la tierra, los árboles, la piedra.
Y queda Venus para una próxima entrada.

Tuesday, November 25, 2008

Grandes problemas, pequeños actos


Vuelvo un poco a temas públicos. O al tema público como asunto de reflexión literaria. Me cansa sobre manera el lugar común que indica: “la realidad supera a la ficción” o mejor aún: “los políticos dejan a los escritores sin temas”. Por favor. Uno no se entera de la realidad per se ni cuando le platican los niños qué hicieron en el recreo. Siempre estamos ante distintos discursos, distintas narrativas, convencionalmente cargadas de verosimilitud pero no por eso menos narrativas. Esas quejas crecientes representan dos cosas: falta de compromiso con el papel del ciudadano y falta de compromiso con el papel del escritor. Si la realidad nos supera tanto como para no participar de ella (en el campo de la acción cívica o política, no en el papel de mero espectador o consumidor de información) en realidad nos estamos desentendiendo de los procesos que conforman lo público y avalando por omisión esa realidad calificada de negativa o decepcionante. Peor aún si decimos que dicha realidad no es susceptible de ser narrada de otra forma, reelaborada de manera tal que elementos de esos hechos, puntos de vista hasta ese momento inadvertidos, no sean señalados. En ambos casos estamos ante una abdicación y una velada complicidad en relación con los procesos que dejo se me escapen de las manos.
Quizá no pueda evitar que tal organización introduzca tantas armas a tal país, pero si puedo hacer que un niño valore la vida. Distintos niveles de operación ante un mismo fenómeno, pero ninguna abdicación.

Saturday, October 25, 2008

Sobre una lectura de literatura infantil

Hace unos días apoye a una gran amiga, Rosa Águila Méndez, para que realizara una lectura de literatura infantil. Para mi fue algo bastante exigente, pocas cosas me generan tanto respeto, tanto desconcierto - ¿tensión acaso?- como los niños. De hecho, creo firmemente en lo que decía Baudelaire “Tenemos de genios lo que tenemos de niños” en el sentido de que lo que nos queda de imaginación, inventiva, capacidad de disfrute y alegría es una pálida sombra de las capacidades de la infancia. Por lo mismo, me resulta un público exigente. Para ella, en cambio, no hubo problema: los entiende, de repente se esta divirtiendo con ellos y ya no los deja, va dirigiendo el relato como se dirigiría una orquesta o más bien un hechizo y pronto, todos somos arrastrados a disfrutar la narración.
¿Qué me quedo de la experiencia? La lectura estaba llena de niños inteligentísimos, vivaces, curiosos. Sus padres se habían tomado la molestia de retar el mal horario y la impaciencia de sus hijos, con tal de que disfrutaran la tarde en algo cultural. Muy pronto, la vieja idea del receptor pasivo y el narrador activo se había superado. Uno o varios de los niños tomaban la batuta y en medio de la convivencia el adulto volvía a jugar con las palabras o la imaginación. Muchas de nuestras certezas de “mayores” se revelaban como prejuicios y pretensiones. El contraste entre la espontaneidad y el arrobo de un escucha infantil, comparado con el escepticismo o ausencia de los escuchas de un evento formal como las presentaciones de libros, resultaba demoledor.
Y entonces de nuevo la duda que tantas veces me asalta cuando doy clases: ¿y los demás padres? Porque durante mi experiencia docente, ya en preparatorias o universidades, lo común era encontrar el producto final de un completo abandono paterno: ni libros leídos antes de dormir, ni conversaciones, ni cine, ni nada. Es brutal la diferencia entre unos y otros pequeños. Tan brutal, que se llega a un momento en que quienes están cursando educación superior resultan bastante similares, producto de entornos lectores y melómanos como los que ellos mismos pretenden reproducir.
Salí contento de la lectura (mi papel se redujo a encender una grabadora, cabe recordar. Sólo eso me puso nervioso). De institucionalizarse la difusión cultural y vincularse a los padres en ese proceso, se lograría tanto…
Por lo menos esa tarde, muchos se divirtieron.

Saturday, October 11, 2008

La necesidad de escribir

He estado escribiendo con una cierta inconstancia los últimos días. La caída de Wall Street y las repercusiones que esta crisis económica y paradigmática tendrán sobre el mundo de la cultura y las representaciones simbólicas me resultan definitivamente inabarcables. Es como asistir a la erupción del Vesubio (Plinio el Viejo sabría a que me refiero. Murió al estar haciendo anotaciones sobre el evento).
Es aquí donde una vieja problemática vuelve a asomar su rostro: la relación entre la esfera de lo social, entendida en su dimensión histórica, económica y política (por decir algo) y el plano de lo cultural y literario. Siempre hay algo de egoísta, de aislado en la creación literaria – por no hablar del estudio humanístico y demás-. Por otro lado, el ser social del escritor y el lector jamás se pierden. Y la vieja danza entre la libertad y la responsabilidad, la manipulación y la propaganda, el vacío y el sentido, se reanuda.
Francamente hace mucho que renuncié a algo más allá de una cierta participación cívica. Creo que las grandes transformaciones se hacen poco a poco y sin aspavientos. Cuando se manifiesta una coyuntura de las que se llaman históricas es porque durante años generaciones y generaciones han pugnado por construir algo. Y no he dejado de ver en las obras literarias un producto especialmente complejo y autónomo de la actividad humana. Aunque me he especializado en analizar a las obras de manera inmanente en cuanto que es la única lectura que le puede ser completamente fiel y justa a las condiciones que le dieron origen (un tiempo y lugar determinado, un horizonte cultural, ciertas preocupaciones no evidentes de la sociedad) no dejo de sentir predilección por aquellas obras y géneros donde el orden se pierde y una multiplicidad de lecturas más o menos fundadas pueden ser hechas. La novela, los géneros periodísticos, la crónica, el cuento. De repente y sobre todo en sus manifestaciones más contemporáneas, se esta ante un maremágnum discursivo que evoca la multiplicidad de voces y versiones que constituyen la experiencia vital de lo cotidiano. Es el enfoque, la lectura la que le da orden a ese maremágnum y no al revés.
Por supuesto que esto lo digo como escritor aficionado y lector sorprendido. Son mis intuiciones y no un trabajo de investigación sujeto a una metodología lo que me guía en este momento. Y lo gracioso y lo remarcable es que, pese al momento tan difícil, tan plenamente histórico que se esta viviendo, sé que la literatura no esta perdiendo relevancia, sino que al contrario, en lo que se escriba, en lo que se lea, en la manera en que se desenvuelvan y se revelen las fuerzas expresivas, resignificantes de una cultura cada vez más próxima a lo universal ( una literatura multipolar, plural, pluriétnica y múltiple solo unificada en cuanto producto de lo humano), se encuentra una de las claves primordiales para construir un futuro vivible.
Se debe escribir, se debe leer. En las universidades, fuera de ellas. Con método o libremente. Simplemente sin dejar de gozar, respetando las aspiraciones y los objetivos ajenos. Solo así la palabra escrita dará testimonio de nuestro tiempo a otro.

Sunday, September 21, 2008

Retorno a la obra de María Luisa Puga

Una lectura recurrente los últimos meses ha sido María Luisa Puga. Lo extraño del caso es que en realidad me refiero a una sola novela: Las posibilidades del odio (1978). La he releído morosamente capítulo tras capítulo. Al principio pensaba dedicarle algún ensayo académico (Veo la mirada fulminante de mi exasesor pidiendo más y mejores publicaciones en revistas especializadas mientras escribo esto). Y aunque la idea no esta descartada, en realidad no supero aún la lectura de alguien que conoce la tremenda dificultad de cuajar una historia y se encuentra frente a algo verdaderamente bueno. Sigo atrapado, incapaz de ver un constructo poético o un discurso estético en ese libro. No puedo llegar a ese nivel de lectura. Veo una autora magistral, una escritura que primero atrapa y que en la relectura, cuando uno comienza apreciar toda la malicia literaria, el punto fino que ensambla los distintos relatos embosca al lector sin que se de cuenta.
¿De que trata Las posibilidades del odio? En un cierto nivel, es una novela que explora distintas formas de experimentar la vivencia del otro (el otro como pueblo, como individuo, como persona), de aproximarse a él y entenderlo en cuanto humano en un marco muy especifico. Resulta que es una de las pocas novelas mexicanas ambientadas fuera de México: en Kenia para ser exactos. En ella se muestra la manera en que el proceso de colonización y descolonización africano es vivido y sufrido por distintos seres humanos de diferentes estratos sociales. Quiero recalcar que no es un tratado político o histórico. Es una novela sobre la identidad puesta cada vez más en cuestión, amenazada y transformándose a cada momento. Al ser la autora parte de la periferia del mundo desarrollado, pero no africana, puede acercarse a esa realidad sin los prejuicios de las sociedades involucradas en el proceso de construcción de las identidades africanas, pero a su vez lanzar luz sobre ciertos rasgos que los latinoamericanos no queremos tomar en cuenta: tanto el carácter neocolonial de nuestras sociedades, como nuestra ambivalencia ante el extranjero y los grupos étnicos internos.
Si, definitivamente. Hace falta el ensayo académico (Por cierto, en unos días voy a anexar alguna bibliografía al respecto porque no se vale antojar y no dar la dirección del restaurante).

Friday, September 19, 2008

Pausa

Aunque no he terminado la reapropiación de uno de mis últimos viajes a mi pasado e historia familiar (quizá el último de gran aliento hecho con mi padre, cada vez más reacio a los grandes desplazamientos), necesito cambiar el sentido de estas entradas a temas de otro tipo.
Lo bueno de viajar es que implican un debilitamiento de la entrega a la lectura (tan similares un acto al otro, que si no) y eso permite volver a viejas lecturas con otros ojos. Entonces, aunque salpicaré aquí y allá el blog con nuevos episodios de viaje, por el momento me voy a centrar en ciertas reflexiones que sólo la distancia a la lectura pudo generar.

Friday, August 29, 2008

Puerto Arista


Desembocamos en una carretera muy estrecha. Las ramas de los mangos cubren una buena parte de la orilla. Las frutas penden sobre nosotros, su aroma invade la noche. Un pequeño tlacuache olisquea la fruta caída. Hay una cierta placidez en las cercas pintadas de blanco y la sucesión de árboles adivinados.
De repente, una vaca. Una cebú joven de lustroso color chocolate en medio del carril rumiando sin preocupaciones.
-¡Una vaca!
- De veras.
Mi padre la esquiva sin problemas, algo sorprendido porque el color oscuro la escondía de lejos.
-¿Dónde es aquí?
- Puerto Arista.
-No tengo nada que hacer en Puerto Arista.
Un enorme faro a nuestra derecha y una sucesión de palapas y restaurantes vacíos frente a nosotros nos informan que hemos errado el camino.
Miramos de nuevo. Detrás del portal de material se extiende una playa apenas ocupada. Se ve el mar lamiendo la arena en medio de una noche añil, mientras el faro se baña de luz de luna. No, no es un error pero hay que regresar.
Al retorno, la vaca ya esta echada, rumiando y rumiando en medio de la carretera.

Thursday, August 14, 2008

Retorno

No daré razones ni antecedentes del viaje. Comenzaré con un largo boulevard con camellón central, líneas ferroviarias paralelas, largas luminarias que emiten una luz que se pierde en medio de la bruma, el calor y la humedad haciendo sudar todo. Son las doce de la noche. Tuxtepec Oaxaca.
Mi padre tiene en mente la carretera a Palomares. El la corrió nueva: larga y solitaria. A ambos lados del camino crecían zacatales. Las vacas se tendían en el asfalto y a partir de las dos de la mañana era probable ser asaltado.
La memoria es difícil. Pasamos junto a un cañal ardiendo. La zafra. Mi madre recuerda uno igual veinticinco años antes. Yo veo un puente, “Puerta del Papaloapan” . Lo recuerdo, pero la primera vez que lo vi, no sabía leer.Mi padre quiere aprovechar la noche. De día el sol calentará el pavimento y será insoportable. Ya hay cercas. Poblado tras poblado: Maria Lombardo, Miguel Hidalgo, Augusto Gómez Villanueva. Hay topes y gasolinerías. Me llega el recuerdo de búsquedas nocturnas entre sueño y sueño. No debía dormirme: tenía que ver si cruzaba algún animal. La noche continúa su juego de sorpresas: un oso hormiguero cruza y, sin querer, me regresa a ese tiempo

Wednesday, July 02, 2008

En el mar

La ola rompe en la playa. De nuevo estoy bajo el sol del Pacífico en una costa apenas conocida. Hace 14 años se llamaba Puerto Madero. Hoy es Puerto Chiapas. La arena es similar, aunque ya no puedo ir como quisiera a las escolleras, el paso esta cerrado. A la orilla de la playa, hay una serie de casuchas donde ofrecen pata de mula, cerveza y pescado frito barato a quien llega de visita.
Son las tres de la tarde. Por hoy no me mojaré ni siquiera los pies. Este aire que venía intuyendo desde la Ventosa es suficiente. Hay gente bañándose, otros corriendo en la orilla como corresponde a un equipo de futbol. La línea del horizonte es de ese profundo azul verdoso de este océano. Me quedo sentado en una silla bajo una palapa. En la otra mesa hay una familia que habla portugués y me intriga vivamente. También me intriga mi propia familia, apenas intuida en estos catorce años, ahora ofreciéndome una visión de la convivencia que es la mía pero se ordena de manera distinta, cuestionándome.
Pasaremos la tarde recorriendo las carreteras de la costa, entre platanares y algunos potreros, sorprendiéndome ante algunas plantas de achiote y grupos de palmeras que no son como las de Veracruz. El verde surcado por la línea de la carretera me parece suficiente premio. Algún día volveré a este azul extraño que mentalmente me baña los pies.

Medio año después

De repente descubrí que ya era Julio y no había colocado nada nuevo en este blog. Más bien, he pasado demasiado tiempo pensando que sería lo adecuado. Desde hace semanas, por ejemplo, he venido trabajando en unas notas de viaje que, por supuesto, quieren alcanzar el estatus de un libro de viaje. Igualmente he estado revisando algunas escritoras muy interesantes que, nuevamente, exigen se escriba de ellas para romper o modificar el mainstream de ideas respecto a su obra.
En realidad lo conducente es escribir de nuevo sobre cualquier cosa, sin ton ni son, y esperando que de alguna manera esta serie de pequeños textos despierten la curiosidad o el interes de quién llegué a toparselos en el ciberespacio.
Va de nuevo.

Sunday, February 10, 2008

Crítica de escritorio

Me encontraba charlando con un gran amigo. Él tenía una sólida formación en diversas disciplinas filosóficas. En determinado momento le hablé de una crítica que hice a una escritora contemporánea. Él sólo me dijo:
- Bueno, sí Marco, pero esa crítica la pudo haber hecho cualquiera. En realidad estas pasando por alto cosas más graves en esa postura y no dices nada al respecto. La tuya es una crítica de escritorio. Deberías ir mucho más allá.

Hoy escuche una crítica que me trajo este recuerdo a la mente. Tan contundente, tan bien estructurada, tan a propósito para generar adhesiones y aplausos. El problema es que no iba más allá, repetía tópicos comunes y sólo buscaba patentizar una libertad de criterio que no realizaba ningún verdadero esfuerzo por aportar algo nuevo a la discusión.
Quizá estuviera bien para el contexto. Pero no basta.

Friday, January 11, 2008

Feliz Año

Obviamente ya tengo más de doce días en este año. Mi estado de ánimo es muy diferente al que tenía cuando acabó 2007 y ni se diga 2006.
En estos días espero presentar examen de grado. Es gracioso: siempre parezco tranquilo, como en otra cosa (quién sabe por qué ahora me asalta a cada momento la imagen de una pirámide en medio de la selva: piedras blancas y grises manchadas de humedad y musgo), como si le robara a lo cotidiano espacios para lo importante. Y luego, cuando por fin enfrento y supero el compromiso, la angustia se desata. Siempre estuvo ahí: vigilada, atada como el lobo Fenris (hermosa leyenda escandinava. Lástima que cuando se suelta el mugre lobo devora al mundo, pero los detalles de su atadura son hermosos. Merece su propia entrada) y cuando salta, quedo postrado.
Y luego viene la vida real. Y eso es lo que me tiene feliz porque los compromisos académicos, después de cierto tiempo, son un peso en el alma.

Bueno, la cuestión es que este año es de crisis y toda crisis implica fuerzas en conflicto. Ojalá y estemos entre las fuerzas de lo viviente y vivificante.
Un abrazo.