Uno no sabe que
muere. Si, claro. Todos morimos todos los días.
Pero el día a día, la monotonía termina por perdernos, por acabar con el filo
de la consciencia. Uno termina arrastrado por el torrente de los días. Y deja
el blog. Porque el blog no es lo relevante.
Es un día a día. Un apunte. Incluso una distracción para lo que
importa. No piensa en volver a ser publicado. Es anacrónico.
En fin, vuelvo al
blog. Al mismo tiempo continuo con el día
a día y los compromisos adquiridos porque ese día a día es otro de mis actos de
libertad.