El viaje en carretera tiene sus secretos. El chofer debe ser un interlocutor interesante pero no puede dejar de concentrar su atención en el camino. El copiloto no debe perder ningún detalle de los parajes al borde de la carretera, los atisbos inesperados de belleza y todo aquello que permita la conversación inconexa con el chofer. Cuando algo que de verdad valga la pena aparezca, ambos estarán de acuerdo.
Thursday, July 30, 2009
Wednesday, July 08, 2009
Mi testimonio de Gilberto Castellanos
Ayer tuve el honor de atestiguar la lectura de una serie de poemas inéditos de Gilberto Castellanos (Ajalpan, 1945). Para quienes no lo conocen es necesario saber que Gilberto Castellanos es el vínculo entre la tradición poética mexicana de la primera mitad del siglo XX (misma que pervivía en una serie de agrupaciones y personalidades cuya actividad pudo apreciar el autor en su juventud) y las nuevas generaciones y sensibilidades.
Profesor normalista, funcionario cultural, pero sobre todo un poeta de innegable disciplina y rigor, Gilberto Castellanos compartió con mi grupo de postgrado una charla hace años, donde nos reveló la tremenda exigencia de concentración que se impone aún en nuestros días. En aquel entonces, alertaba sobre los medios de distracción masiva y la imposibilidad de crear poemas de gran aliento, concebidos desde su proyección como obras abarcadoras de una totalidad poética, si el poeta previamente no había educado su capacidad de concentración de manera que pudiera sostener la tensión e intensidad del poema a lo largo de todo un libro. Particularmente recuerdo su insistencia en la entrega a un trabajo constante de escritura y revisión en las horas nocturnas, animado por una capacidad de concentración educada, por ejemplo, en la observación de películas que, como las soviéticas, exigían atención durante un tiempo mayor al del cine comercial norteamericano.
La lectura del día de hoy, mostró a un Gilberto Castellanos inmerso en una doble lucha. Por un lado, una lucha con su propia obra, buscando descubrir y redefinir sentidos y caminos para su poesía frente a condiciones mucho más adversas de las que comúnmente podríamos pensar. Por otro lado, una lucha contra las limitaciones que le impone su estado de salud. En realidad el contraste entre los signos y secuelas de la enfermedad física y la lucidez mental más absoluta no deja de imponer.
Hoy Gilberto Castellanos no es sólo el poeta que ganó en 1982 el Premio Latinoamericano de Poesía con Mirar del Artificio. Hoy es un poeta que esta luchando por su poesía en un contexto en que alguien menos valiente habría callado. ¿Cómo le hace? Su secreto es un espíritu forjado en la disciplina y el rigor poético contra todas las pequeñas distracciones cotidianas. Gilberto hace hoy lo que hizo siempre: no dejar que lo interrumpan cuando escribe.
Profesor normalista, funcionario cultural, pero sobre todo un poeta de innegable disciplina y rigor, Gilberto Castellanos compartió con mi grupo de postgrado una charla hace años, donde nos reveló la tremenda exigencia de concentración que se impone aún en nuestros días. En aquel entonces, alertaba sobre los medios de distracción masiva y la imposibilidad de crear poemas de gran aliento, concebidos desde su proyección como obras abarcadoras de una totalidad poética, si el poeta previamente no había educado su capacidad de concentración de manera que pudiera sostener la tensión e intensidad del poema a lo largo de todo un libro. Particularmente recuerdo su insistencia en la entrega a un trabajo constante de escritura y revisión en las horas nocturnas, animado por una capacidad de concentración educada, por ejemplo, en la observación de películas que, como las soviéticas, exigían atención durante un tiempo mayor al del cine comercial norteamericano.
La lectura del día de hoy, mostró a un Gilberto Castellanos inmerso en una doble lucha. Por un lado, una lucha con su propia obra, buscando descubrir y redefinir sentidos y caminos para su poesía frente a condiciones mucho más adversas de las que comúnmente podríamos pensar. Por otro lado, una lucha contra las limitaciones que le impone su estado de salud. En realidad el contraste entre los signos y secuelas de la enfermedad física y la lucidez mental más absoluta no deja de imponer.
Hoy Gilberto Castellanos no es sólo el poeta que ganó en 1982 el Premio Latinoamericano de Poesía con Mirar del Artificio. Hoy es un poeta que esta luchando por su poesía en un contexto en que alguien menos valiente habría callado. ¿Cómo le hace? Su secreto es un espíritu forjado en la disciplina y el rigor poético contra todas las pequeñas distracciones cotidianas. Gilberto hace hoy lo que hizo siempre: no dejar que lo interrumpan cuando escribe.
Friday, July 03, 2009
Honduras
El golpe de estado en Honduras me llega muy directamente porque, pese a lo que normalmente piensa la gente que ve la televisión, la apaga y puede dormir tranquila , siempre hay vasos comunicantes entre esos eventos y la vida cotidiana. O si no cotidiana, su con algo que nos pertenece, que nos toca.
Honduras en particular es la antigua Hibueras. Fue camino a ella que Cortés decidió ahorcar a Cuauhtémoc. Igualmente hay una economía y una sociedad similar que se entrelaza desde Veracruz hasta Panamá: cultivos tropicales, agricultura extensiva, tensión entre la ganadería y los bosques y selvas. Pensar que un golpe tan retardatario es sólo un remanente centroamericano de la época de la United Fruit, si bien puede ser cierto, en realidad pasa por alto el que la región centroamericana, con Canal y vías de paso a todos los tráficos es un todo. William Walker atacó la región después de atacar México. Y apenas hace unos años se pudieron firmar los tratados de paz que pusieron fin a las guerras del Salvador y Guatemala. En todo el Sureste mexicano hubo campos de refugiados esos años. Igualmente esos años comenzó el trafico de indocumentados que hoy es tan nutrido y tan invisible a pesar de que se puede ver encaramados en los ferrocarriles con solo acercarse a Orizaba.
Tengo un problema con Honduras, sin embargo. De los guatemaltecos me saltan a la memoria Asturias y Cardoza y Aragón, así como Tito Monterroso. Del Salvador, Roque Daltón. De Nicaragua, Cardenal y Sergio Ramírez. ¿De Honduras? ¿Qué se ha escrito en Honduras? ¿Y de Costa Rica?
Honduras en particular es la antigua Hibueras. Fue camino a ella que Cortés decidió ahorcar a Cuauhtémoc. Igualmente hay una economía y una sociedad similar que se entrelaza desde Veracruz hasta Panamá: cultivos tropicales, agricultura extensiva, tensión entre la ganadería y los bosques y selvas. Pensar que un golpe tan retardatario es sólo un remanente centroamericano de la época de la United Fruit, si bien puede ser cierto, en realidad pasa por alto el que la región centroamericana, con Canal y vías de paso a todos los tráficos es un todo. William Walker atacó la región después de atacar México. Y apenas hace unos años se pudieron firmar los tratados de paz que pusieron fin a las guerras del Salvador y Guatemala. En todo el Sureste mexicano hubo campos de refugiados esos años. Igualmente esos años comenzó el trafico de indocumentados que hoy es tan nutrido y tan invisible a pesar de que se puede ver encaramados en los ferrocarriles con solo acercarse a Orizaba.
Tengo un problema con Honduras, sin embargo. De los guatemaltecos me saltan a la memoria Asturias y Cardoza y Aragón, así como Tito Monterroso. Del Salvador, Roque Daltón. De Nicaragua, Cardenal y Sergio Ramírez. ¿De Honduras? ¿Qué se ha escrito en Honduras? ¿Y de Costa Rica?
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