Regresé a Guanajuato durante el Festival Cervantino. La última vez que asistí fue en 1996. En aquel entonces no bebía y mis expectativas de viaje eran muy diferentes a la del resto de los excursionistas. Conocí el museo Rivera, el Chavez Morado y, sobre todo, el afán catártico de miles de jóvenes apretujados en las callejuelas de la ciudad. Recuerdo el embate de los jóvenes de la UNAM antes de la huelga, las expectativas de un proceso político donde se abría la posibilidad de elegir electoralmente al Jefe de Gobierno del DF. Había un aire de apertura que hoy se ha perdido.
¿Qué encontré? Mayor organización. Ya la gente no se abarrota a cada esquina, sólo en ciertas esquinas. Los jóvenes continuan con su empuje y su goce, pero en esta ocasión no encontré ese aire colectivo de descubrimiento. Están volcados en sí mismos. No me refiero a aislamiento, sino más bien a reflexión. Por cierto, también noté mayor integración. Ya va gente de otras áreas de México, no sólo del centro norte.
Por lo menos en esta ocasión, si me integré en la fiesta. Remate de noche entre nuevos amigos y escuchando una excelente guitarra. De cuando en cuando, nombres queridos asaltaban mi mente y alzaba la cerveza brindado por ellos, esperando que esta muda en los tiempos los haya colocado donde querían.
Sunday, October 25, 2009
Thursday, October 08, 2009
La hora de Honduras
Si tratamos de ver la historia centroamericana desde una perspectiva de larga duración, es posible captar una situación crítica común en la cual las oligarquías locales se ven confrontadas por procesos reformistas que buscan instaura algunas libertades democráticas y derechos sociales. Estos procesos son abortados y se desata una violencia insurreccional que termina, normalmente, en un pacto que permite alcanzar la situación propuesta por el proceso reformista pero después de cobrar inmensos costos en términos económicos e institucionales.
Desde la guerra de 1948 en Costa Rica hasta los pactos de Chapultepec en 1992, mismos que cierran el conflicto armado salvadoreño y sirven de pauta para la paz en Guatemala, la lucha de las oligarquías centroamericanas por mantener el monopolio del poder se ha saldado con violentos conflictos. El día de hoy, este movimiento general ha alcanzado al único país intocado en su estructura económica e institucional en el itsmo centroamericano. La gran duda es si se aprende del pasado y se aprovecha la coyuntura para transformar la estructura social del estado dentro del marco de lo político o se cierra esta vía y se inicia un nuevo ciclo de insurrecciones dentro de un marco muy diferente al de la guerra fría.
Zelaya no puede ser un nuevo Arbenz.
Desde la guerra de 1948 en Costa Rica hasta los pactos de Chapultepec en 1992, mismos que cierran el conflicto armado salvadoreño y sirven de pauta para la paz en Guatemala, la lucha de las oligarquías centroamericanas por mantener el monopolio del poder se ha saldado con violentos conflictos. El día de hoy, este movimiento general ha alcanzado al único país intocado en su estructura económica e institucional en el itsmo centroamericano. La gran duda es si se aprende del pasado y se aprovecha la coyuntura para transformar la estructura social del estado dentro del marco de lo político o se cierra esta vía y se inicia un nuevo ciclo de insurrecciones dentro de un marco muy diferente al de la guerra fría.
Zelaya no puede ser un nuevo Arbenz.
Subscribe to:
Posts (Atom)