Sunday, October 25, 2009

El Cervantino, trece años después.

Regresé a Guanajuato durante el Festival Cervantino. La última vez que asistí fue en 1996. En aquel entonces no bebía y mis expectativas de viaje eran muy diferentes a la del resto de los excursionistas. Conocí el museo Rivera, el Chavez Morado y, sobre todo, el afán catártico de miles de jóvenes apretujados en las callejuelas de la ciudad. Recuerdo el embate de los jóvenes de la UNAM antes de la huelga, las expectativas de un proceso político donde se abría la posibilidad de elegir electoralmente al Jefe de Gobierno del DF. Había un aire de apertura que hoy se ha perdido.
¿Qué encontré? Mayor organización. Ya la gente no se abarrota a cada esquina, sólo en ciertas esquinas. Los jóvenes continuan con su empuje y su goce, pero en esta ocasión no encontré ese aire colectivo de descubrimiento. Están volcados en sí mismos. No me refiero a aislamiento, sino más bien a reflexión. Por cierto, también noté mayor integración. Ya va gente de otras áreas de México, no sólo del centro norte.
Por lo menos en esta ocasión, si me integré en la fiesta. Remate de noche entre nuevos amigos y escuchando una excelente guitarra. De cuando en cuando, nombres queridos asaltaban mi mente y alzaba la cerveza brindado por ellos, esperando que esta muda en los tiempos los haya colocado donde querían.

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