Saturday, October 20, 2012

Encuentro

Hoy me encontré con una gran amiga. Lleva toda su vida en el ámbito público. A lo largo de la charla no pude dejar de fijarme en sus manos: son largas y de dedos finos, parecen moverse con la confianza de alguien que sabe entretejer hilos delgados y manipular materias frágiles. Su rostro me sigue pareciendo bello, aunque en estos días presenta un cansancio inmenso, no físico sino más bien mental.


El tono de su voz también tiene trazas de cansancio, de haberse empecinado en algún momento en hacerse escuchar y ahora, lista sólo a deslizar pequeñas verdades, indicios de grandes riesgos, de grietas bajo superficies aparentemente sólidas, no pierde su tiempo en oídos de maquinista.

Su cuerpo es hermoso todavía. Parte del cansancio lo explica el gimnasio y la extraña autoconsciencia de quien quiere interesar a los demás en su aspecto.
Su mundo es tan teatral como el de una actriz. La diferencia es que Lady Macbeth y las Brujas son verdaderas y se replican por centenares. Cada que toca su vida profesional y esta se entremezcla con la privada, me siento desplazado a uno o a varios de los círculos del Infierno de Dante.  La soberbia, la traición, el orgullo, la lujuria y la codicia toman cuerpo, nombre y apellido, están detrás de nombres abstractos y términos asépticos.
Al final trato de recordar las muchas ocasiones a lo largo de los años en que nos hemos visto: desde los pasillos universitarios a estas largas charlas robadas a su agenda. La viveza de los primeros años es cada vez más suplantada por una autoconfianza que deriva en dureza. Lo ideológico hace tiempo que fue abandonado y ahora priva lo procedimental. Con todo, tiene principios en comparación con el sordo mutilarse de la multitud al fondo. Algo, sin embargo, la coloca en una situación inerme - tan inerme como está la mayoría de los hombres ante los rejuegos del poder- y ese algo es su creencia en la naturalidad de estos procesos, en la profunda incapacidad humana de aprender de los errores.
La luz se extingue. Afuera cruzan rápidamente los vehículos. Por un momento volvemos a ser quienes fuimos en esos días remotos llenos de fe.
Regreso caviloso. La noche cae totalmente sobre mí.

Tuesday, October 09, 2012

Octubre gris

Llegamos al diez de octubre. Mientras escribo esto se confirma la muerte de Heriberto Lazcano y, por otro lado, se discute la pertinencia o no de entregarle el Premio FIL a Brice Echenique.

Ambos eventos, aparentemente desconectados, en realidad expresan un proceso que conforme avancen los días parecerá cada vez más obvio al observador: la redefinición de las esferas de poder e influencia entre el grupo que detentó desde el año dos mil la presidencia y el que llega. Si bien es cierto que los grupos mencionados responden a una misma visión de la política económica, no menos cierto es que bajo lo que parece unanimidad y concurso de intereses, se encuentran los conflictos y choques entre grupos de diversa índole, ahora empeñados en comenzar a definir su lugar en el nuevo estado de cosas.
No es casualidad que mencione a un choque entre la delincuencia y el estado, así como un premio literario como manifestaciones de un mismo proceso en sentido amplio. En ambos casos, se trata de grupos sociales que deben de ya definir su posición o influencia frente al nuevo detentador del ejecutivo. Diferencia clara: en el segundo caso, el ejecutivo es sólo un observador tras bambalinas, hasta hace poco ni siquiera con un titular de Cultura en su equipo de transición.
Sin embargo, hay algo común que añora los viejos días del PRI: tanto la delincuencia como los grupos de intereses en la cultura buscaban la mediación del estado. Una dinámica de sujeción y control, garrote y zanahoria, es común a ambos espacios. Por un lado el jefe de plaza, por el otro el becario del Fonca, ambos de una u otra forma necesitaban de cierta tolerancia del gobierno.
En medio del cambio que viene, mucho ruido y mucha bala tiene como destinatario al nuevo gobierno. El que se va, se va.