Estoy escribiendo en un momento de cierto desasosiego personal. Para variar, no me conformo con lo que tengo a la vista. Uno puede escribir, indagar, investigar e ir haciendo caso omiso de las señales generalizadas de descomposición. Pero llega el punto en que la confianza con la que uno apuesta por distintos escenarios más o menos probables para la vida cotidiana, comienza a quebrarse. La gentil rutina que provee seguridad se convierte en una jaula de hierro, pero...enfrente no hay un cielo despejado. Quizá la jaula para observar tiburones sería el instrumento más útil para explicar lo que siento. Y sí, el oxigeno no durará para siempre. En fin. En realidad estoy quebrando una larga temporada de bloqueo escritural. Los proyectos en curso avanzan demasiado lentamente. En tanto, alrededor la historia también empieza a acelerarse, a hacernos pensar que esa extraña lotería en la que lo personal y lo social parecen estrellarse, está a punto de volver a manifestarse. Así, como el surfista viendo quebrar la ola.
Que venga lo que venga.
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