Saturday, February 27, 2016

Iguala

El mes pasado me desplace a Iguala Guerrero con el fin de participar en el Homenaje por el Centenario de Elena Garro  organizado por la Cátedra Ixtepec de Garro, a invitación del dramaturgo Felipe Galván. 

El viaje resultó en una estancia paradójica. Descubrí que en Iguala se hace un excelente teatro gracias al grupo Janos de esa localidad. Igualmente es uno de los espacios donde más racionalmente se expresa la relevancia histórica de una ciudad sin caer en mala arquitectura, el  parque sigue sembrado de tamarindos y en la iglesia de San Francisco fui testigo de cómo incluso la religiosidad de los guerrerenses está marcada por una tradición de lucha. Por otro lado, el mercado informal parece una parte importante de la economía local, el palacio municipal sigue mostrando las huellas del incendio de hace dos años y la gente parece saturada de una violencia que no deja de reiterarse en portadas de diarios y en las carcachas que pregonan sus encabezados por altavoz.

Iguala da la impresión de ser una de esas ciudades de origen colonial que organizan el mercado criollo de productos indígenas y donde, poco a poco, se va conformando una clase intelectual que incide en los procesos históricos de su entidad, a despecho de que su importancia económica se vea desplazada del primer plano. Su condición de epicentro de luchas sociales y democráticas desde la década de los sesentas y el contrapunto entre su condición de enclave cultural y el entorno rural guerrerense, evidentemente le han cobrado distintas facturas a lo largo de la historia. Sin embargo, también queda claro que no existe un atavismo guerrerense que evite el progreso y sume ese estado en la pobreza y el atraso. Al dialogar con los habitantes de la ciudad queda claro que en buena medida una de las causas remotas de la violencia actual no sólo es el caciquismo que se le suele achacar a esta tierra, sino la continua apuesta del poder federal por este caciquismo y la violencia como medios privilegiados de articular la vida social de los guerrerenses. En este contexto, el papel que ha cumplido el teatro y otras artes como mecanismo de identidad y respuesta frente a la violencia y como vía de participación social no debe tomarse a la ligera. 




Thursday, February 26, 2015

La amenaza de la asfixia

Me encuentro escribiendo después de meses de abandonar mis blogs. A lo largo de los últimos meses lo que parecía una situación económica, política y social mala terminó por convertirse en el desánimo crónico. La frase tradicional: "No, no estamos tan mal" se ha cambiado por un "Todavía por acá no estamos tan mal".
Con todo, no puedo dejar de reconocer que estoy en la parte amable de un escenario cambiante. Suelo tomar fotos de mi camino, charlar con mis alumnos de temas en absoluto relevantes - algunos sí- y leer cómodamente los textos de mi interés. Sin embargo, lo que realmente resulta insoportable es la falta de ideas, la falta de proyectos colectivos creíbles. No quiero decir con ésto que lo individual este esplendoroso, pero pareciera que se ha dejado de lado la necesidad de tomar en serio los problemas y se prefiere simular a toda hora.
En fin, para mí no hay otro momento sino este.

Sunday, June 29, 2014

Secretos que se desgranan en la noche

Suelo escribir primero un borrador antes de compartir alguna entrada en el blog. Hoy prescindo de eso porque tiene mucho tiempo que no escribo. Por ejemplo, de la marcha de los médicos inmersos en el movimiento #Yosoy17. Una cosa es escribir sobre el movimiento de los médicos, tejer paralelismos entre las razones de su protesta, la de los maestros en general y la de los profesores universitarios en particular. Todos esos sectores y más, padecen la falta de gasto e inversión en las actividades sustantivas (la prestación de servicio, insumos, derechos laborales, etc.) y por otro lado la existencia de minorías que disfrutan de todo lo necesario y más. Pero eso es algo que, al final, salta a la vista y en el corto plazo no va a cambiar. Otra cosa es escribir que me dio un profundo sentimiento, el nudo en la garganta que hace mucho no había sentido, cuando vi a gente común y corriente, empleados relativamente privilegiados de centros médicos públicos y privados, marchando por los derechos de todo su sector. En realidad es la profunda debilidad de los gremios, el ver los derechos como privilegios o gracias concedidas por el poder, lo que ha permitido el continuo agravamiento de la situación.
De momento parece que el movimiento pasa a segundo plano. Sin embargo, maestros y médicos suelen ser los primeros en marchar, una especie de indicadores del deterioro de la cosa pública. Así fue en los cincuentas y sesentas del siglo pasado y, a pesar de los cambios que ha sufrido el país, veo en esos lentos movimientos sociales el contrapeso necesario al ejercicio político administrativo de una serie de tecnócratas ajenos por completo a las peripecias del vivir en el país que sólo conocen por estadísticas.
Esto va para largo. Ya sea por la vía lenta de las reformas o por la sorpresiva del derrumbe institucional y lo que viene tras éste, las sociedades siguen moviéndose, encontrando la cuadratura a una exigencia doble: satisfacer sus necesidades materiales y garantizarse derechos, entidades culturales como pocas otras.
La noche sigue. Llueve. Son días que invitan a la amargura del mate o del café. En fin.

Saturday, January 18, 2014

Octavio Paz

Octavio Paz. Si, efectivamente, debería enfocarme a un aspecto central de su obra o la discusión de su legado. Pero para eso habrá muchas oportunidades el presente año. Yo prefiero recordar los momentos en que he querido la obra de esa visión lumínica que aparecía de cuando en cuando en el televisor y a la cual le dedicaban un espacio y un trato poco frecuente entre las figuras de la cultura. Con todo, no era tan extraño en ese entonces, a diferencia de ahora que los escritores están atrincherados en canales exclusivamente culturales o educativos o, a lo más, en pequeñas cápsulas de unos minutos. Además, yo en ese entonces sólo aspiraba a ver la barra de caricaturas y su presencia me parecía completamente ajena a lo que un canal de televisión debía ser. Sin embargo, lo ubicaba y, a fuerza, pero lo escuchaba.

 La figura mediática no me fue simpática, incluso le dio pábulo a las visiones negativas que tan pronto ganó el nobel comenzaron a llegarme a través de mis profesores. No me pasó inadvertida la carga de envidia que incluía el reconocimiento. Pero eran días de otras preocupaciones y lo deje de lado.
Algo hay de cierta sacralización de Rulfo o del mismo Paz en los espacios educativos. La pretensión de cultura los vuelve referentes obligatorios: se citan ciertas frases, ciertos fragmentos de sus obras y ya está, ya sabes. Se vuelven un gesto de cortesía. Apenas peor que volver a un buen escritor parte de un programa de estudios de preparatoria. Entonces, más que gesto de cortesía se vuelve una vacuna contra la obra, contra el placer de la lectura. Y ahí es donde Paz logró superar a su éxito. Por lo menos mi generación, prematuramente politizada por el conflicto en Chiapas, tuvo la oportunidad de leerlo en otro registro, de ver como la palabra brincaba sobre los prejuicios y te atrapaba, no en El laberinto de la soledad, sino sobre todo en La llama doble. Quizá por esos años sólo Sabines tenía ese mismo talento de escribir obras que permitían perdonar la militancia real o supuesta del autor a favor de aquello que nos repelía. Y sí, la televisión servía. No es lo mismo escuchar a Paz a los nueve que a los dieciocho.
Luego vendría otro problema. Lo dijo muy bien mi profesora Lourdes Penella: "Nosotros no sabemos que piensan los argentinos de Bioy, nosotros convivimos con la figura pública[...]". Pero ni modo, Octavio Paz enseñaba más que la televisión en materia de arte mexicano y debate contemporáneo. Hasta parecía fácil escribir de esos temas. Claro que no lo es. La falsa facilidad de la transparencia.
Una vez muerto Paz, las anécdotas sobre su cercanía con el régimen, sus leones devoradores de corderos y el empuje de una nueva generación que sólo lo conocía como santón cultural de sus mayores (por no hablar de los encomios que sustituían la difusión del autor) le cobró un peaje más duro que el de Caronte. Pero la obra sigue ahí, pese a homenajes y textos como éste, atesorados por lectores que saben que el hombre ya se fue, pero queda la escritura y ésta no se cierra.

Tuesday, December 31, 2013

Fin de año

Un año más. En principio, Viajero en Mathurai sirvió para darle seguimiento a los eventos y preocupaciones que me asaltaban. Procuraba ser una ventana personal al devenir de los hechos y a la vivencia del viaje. En algún momento, un cierto sesgo sedentario, precipitado porque la vida en los años recientes no fue lo que solía ser y menos lo que se había esperado, hizo cada vez menos frecuente el viaje y quizá la sorpresa. De repente, me encontraba más preocupado por finiquitar compromisos burocráticos que en narrar ese día, esa naturaleza tan profundamente cambiante del día que era lo que pretendía capturar con mis apuntes cada vez más esporádicos.
Creo, sin embargo, que el año que termina no es un año más. O sí, es un año más en un largo proceso de transformación que ha mostrado el rostro menos amable de mi país y lo ha dejado con las certezas y los hábitos completamente dislocados. 

Sin pretender hacer eco del coro de los lamentos que suele encontrarse en twitter, creo que este año fue definitorio por el cierre del ciclo de las reformas neoliberales alguna vez acariciadas por el llamado "grupo compacto" de Carlos Salinas de Gortari. Ese ciclo de reformas ha finalizado y con él la posibilidad de su reversión por la izquierda escindida del partido oficial en aquel lejano 1987. Estos hechos abren nuevas posibilidades, todas las cuales pasan por un tremendo trabajo de análisis y reformulación de diagnósticos y propuestas.
Si bien, pertenezco a una generación que ha sido ejercito electoralista para esa izquierda, no sólo refrendando el voto en cada elección federal sino incluso movilizándonos más allá del mero compromiso formal de su emisión, desde hace años se hace patente  una necesidad de renovación que el mismo "equilibrio catastrófico"del país hacia distante. Es obvio que esta renovación no pasa por la asimilación que los voceros del statu quo señalan como único camino para una tradición que se reinventa precisamente buscando superar lo existente. Más bien, sería recuperar esa capacidad crítica e innovadora el punto por el que pasaría esa transformación.
En términos prácticos, lo que antes creí (mos) y lo que antes hi(cimos)ce no resulto suficiente, no satisfizo las expectativas ni abrió en primer término nuevos derroteros. Dejó, eso sí, muchas experiencias y aprendizajes que necesariamente marcan el quehacer cotidiano de mi generación.
El escenario ha cambiado de una manera tal que todavía no se vislumbran totalmente sus alcances, pero de que la vieja voluntad de superar el orden heredado y, por otro lado, conocer un mundo que no puede ser simple y que sólo conociendo al otro se revela, siguen ahí, no me cabe la menor duda.
Me despido. Feliz 2014.

Wednesday, October 02, 2013

Dos de octubre

Cuarenta y cinco años de la matanza de Tlatelolco

El día de hoy se conmemoró un aniversario más de la matanza realizada por fuerzas gubernamentales en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. A diferencia de años anteriores, por lo menos en Puebla el evento tuvo un carácter más político cultural que estrictamente político.

Así se dispuso de fotografías impresas en lonas de gran formato en los patios de la Facultad de Filosofía y Letras mostrando momentos emblemáticos del movimiento y la posterior represión. Las mismas fueron colocadas aparentemente por un colectivo estudiantil. Durante la mañana un contingente de estudiantes estuvo preparándose para realizar la marcha que marcaría el carácter político de la conmemoración, en tanto que otros prefirieron asistir al evento que, más tarde en el Parque Juárez, se llevaría a cabo con la participación de la escritora Elena Poniatowska.
Mientras los eventos político-culturales se llevaban a cabo en distintos puntos de la ciudad, las actividades académicas continuaron sin ninguna pausa ni sobresalto. Sería hasta la tarde, cuándo, a través de las redes sociales me enteraría de los choques que se suscitarían en la marcha de la Ciudad de México y los eventos de provocación y posterior represión que tendrían lugar.
La conmemoración y la manera en que las autoridades y el estudiantado así como otros actores sociales que suelen acompañar estos eventos reaccionaron al mismo, me hicieron preguntarme hasta que punto la politización del estudiantado responde a las pautas que en su momento llegaron a ser características de este tipo de conmemoraciones.
En principio me parece evidente la voluntad de las nuevas generaciones de apropiarse de este lenguaje simbólico pero, en paralelo, formular otros que sólo ellos están en posibilidad de descifrar y compartir, por lo menos en estos momentos. Si bien, no todos se sumaron a la marcha, era evidente una voluntad por estar enterados y una cierta lejanía crítica de las manifestaciones más organizadas de la conmemoración. Las pantallas de computadoras y celulares no dejaban de ser fuentes de información y. a la expectativa siempre fallida de una mayor organización, correspondía una renovada capacidad de convocatoria que no se avenía a cumplir con formalidades. El interés en los más jóvenes no se encontraba tanto en conmemorar una vez más un evento que en buena medida conocían, sino más bien en un creciente rechazo a políticas que los afectan de manera concreta pero frente a las cuales no están demasiado dispuestos a ofrecer cheques en blanco a las fuerzas que buscan convocarlos.
Más que la consigna o el grito, me pareció que la jornada estuvo marcada por una silenciosa reflexión, un pensar sobre el acontecer político que se resiste a quedar reducido en una práctica ritual y en las pautas reconocibles de la izquierda universitaria. Al grito identitario de ¡Dos de octubre no se olvida, es de lucha combativa! más que el puño en alto siguió una reflexión silenciosa, la búsqueda de claves para construir una interpretación propia que de momento no tiene una expresión dentro de las pautas tradicionales.
Está lejanía reflexiva pero enterada, parece tener más que ver con la consciencia de la dificultad que entraña una oposición abierta al aparato de estado - apenas el sábado pasado, los maestros disidentes enfrentaron un muro de granaderos- que a la apatía.
Lo que sí resulta evidente, es la distancia entre los eventos conmemoradas y parte de la juventud actual. ¿Son apolíticos? No necesariamente. Más bien parecen a la expectativa: herederos dobles de un imaginario político de oposición y de un régimen autoritario en funciones, esperan de las distintas militancias un discurso que los interpele y los incluya de manera activa. No dudo que haya quienes se sintieron llamados por la convocatoria a marchar, pero entre quienes prefirieron tomar clase se encuentra una mayoría que no necesariamente es apática. Simplemente, valora las hipótesis bajo las cuales ellos podrían sumarse a la movilización o rechazarla. Es en está expectativa donde están las mayores posibilidades de desarrollo de su propia identidad y actividad política, por ahora en plena elaboración vivencial y, ¿por qué no? teórica.



Friday, August 09, 2013

Aforismos de bajo presupuesto

¿Leer es evasión? Sí. Pero luego de la lectura se ven más nítidamente los contornos de la realidad. 

La frustración es un componente necesario del consumismo. Nunca alcanza para todo. Y si alcanza, no hay tiempo. 

Uno deambula con cierta memoria a cuestas. Despierta cada mañana porque recuerda vagamente quién es.

 Usar en demasía el lenguaje produce vacuidad. 

El humor es evanescente. Cuesta reírse de uno mismo. Excepto si te imaginas desnudo. Entonces también se puede hablar en público. Nunca imagines que el público te ve desnudo.

 Lo malo de la seriedad es que está asociada a las afecciones mentales.

 Escribir es hacerse disección. Luego uno dice que disecciona su sociedad. Todo termina como en una caricatura médica de Fontanarrosa. 

El mejor juego fue solo en la infancia. Te creías gato.

 Toda idea se vuelve obsoleta justo después de afinarla.

 La última vez que supe del estado de bienestar, se estaba ahogando en una poza de brea. 

Tiene toda la simpatía de un cuadro de Juan de Valdés Leal.

 Usar la palabra atraso es disimular la palabra explotación.

 No somos importantes. No ganaremos premios. No desfilaremos en la pasarela. 

La alta costura y el mundo académico se caracterizan por las mismas gesticulaciones.

 De repente uno se tropieza a medio desfile y es el desfile. 

Humboldt nunca pensó que lo más simpático que podría ocurrirle sería su pingüino. 

Los más sólidos principios del hombre están grabados como en bronce en su conciencia. Por eso tanta figura pública tiene nada más el espacio en blanco donde estaba la placa antes de que sus socios de coalición la desmontaran para fundirla.

 Escribir es tantra con letras.

 Leer es besar. Besar es leer. Deja está pantalla y busca un cuerpo.

Monday, July 15, 2013

El acto de escribir.

Comencé este texto con un deseo vehemente de recuperar una práctica escrituraria que ya no es la de antes. Posteriormente, intenté una crítica a las instituciones que realmente sonaba demasiado ingenua a estas alturas del partido.
Quedé entonces con la posibilidad, por lo menos, de explorar nuevas fuentes o tamaños de letras, intentar romper en el plano formal la consciencia de un achatamiento que va más allá.
Ahora estoy contento con mí texto, si bien ya dejé atrás la mención a Montaigne o a Picón Salas.
No, no renuncio a escribir sobre ellos. Ni siquiera renuncio a la magnánima libertad de escribir de lo que se me antoje.
Simplemente decidí celebrar esos momentos en que lo que se debe de decir, resulta demasiado amplio o demasiado difuso para decirse en un blog, se pospone para mejores espacios, otras experiencias formales dónde se esperaría poder liberar el potencial de la palabra.
Quizá al final resulte una esperanza vana. Un irse y no regresar.
Sin embargo, el mero hecho de celebrar el escribir sin nadie que lo pida y sin criterio de éxito formal o material en relación con lo que se escribe, me parece poderoso.
Es el acto de escribir, gratuito como el de amar.

Friday, April 12, 2013

Abril violáceo

Es abril. Un calor asfixiante. Las jacarandas siguen derramando flores violáceas sobre el suelo candente. He tenido largas noches de insomnio y días que parecen el encuentro de piezas de distintos rompecabezas. En paralelo, estoy escribiendo. Para mi es un ejercicio que le da solidez a la realidad. Los noticieros, la charla despreocupada, las versiones musitadas sin atención le restan solidez a lo real. Después de la tv ni siquiera las baladronadas de Kim Jon Ung y la lenta agonía de Siria me parecen reales. Por supuesto que lo son. Pero no en la pantalla, no en el murmullo, no en la decisión fácil de tomar partido. Es gente real - un amigo sirio comparte fotos de su patio en la red- gente quizá más parecida a nuestros vecinos que los artistas de espectáculos. ¿Cómo darles un lugar en lo cotidiano si ni a los vecinos más próximos se lo doy?
Y no, mi camino no es el activismo. Apenas hoy comienzo a poder escribir, a perfilar algunas preocupaciones. Escribo con el sudor en el rostro. Pensando en imágenes que me conmovieron. No de Siria , sino de la gente común, de las pocas cosas que he podido entrever en días de reflexión. No, la realidad no pierde sentido en medio del barullo. Es mi sentido de humanidad, de presencia en la tierra el que se tambalea. Tan gratuitos que somos los hombres para algunos, pese a que todos somos únicos e irrepetibles.

Thursday, November 08, 2012

VIEW OF A OLD WEDNESDAY

Congreso. Día extraño. Gente conocida. Gente amable. Hermosas palabras. Signos reiterados. Viejas casonas desprendidas de su carácter original. Cielos azules. Memoria de Malcolm Lowry. El pasado que se viene encima. Las piedras. Piedra de Santo Tomas. Lozas de granito. Mármol. Arrastrar los pasos al caminar. Sabor a café. The youth. The never ending. Pasos de fantasmas. Los fantasmas visten elegantemente en color café y azul oscuro. Cartelones verdes invitando a comer. Cuellos de cisne y nucas trasquiladas. Ajorcas. Pasos de fantasmas S. A. Pájaros aleteando. Palomas. Olvidos y desmemorias. El deshacerse del tiempo. El triunfo de la muerte. Gog y Magog. Los dientes de la zorra que escupe los caballeros y los naipes. Terminamos cerrando el abrigo y bajando las escaleras. Pasos de fantasma. Sudor frío. Largo pasillo. Sol y Klaus Kinski. Todos los hombres estamos solos. Brotan las cornejas del suelo su aleteo inusitado.The life is a tissue. Is a new vision of the grace of God in a world without God. Trés bien. Nous pouvons vivre avec le necessaire. Surcan los aires las doncellas, el pasillo y los ladrillos. El sol en el cielo no quiere caer. El silencio de una vida que se escapa y en la noche. Goteo lácteo. Goteo sanguíneo. El orden se sobrepone. Hoy es noviembre siete.

Saturday, October 20, 2012

Encuentro

Hoy me encontré con una gran amiga. Lleva toda su vida en el ámbito público. A lo largo de la charla no pude dejar de fijarme en sus manos: son largas y de dedos finos, parecen moverse con la confianza de alguien que sabe entretejer hilos delgados y manipular materias frágiles. Su rostro me sigue pareciendo bello, aunque en estos días presenta un cansancio inmenso, no físico sino más bien mental.


El tono de su voz también tiene trazas de cansancio, de haberse empecinado en algún momento en hacerse escuchar y ahora, lista sólo a deslizar pequeñas verdades, indicios de grandes riesgos, de grietas bajo superficies aparentemente sólidas, no pierde su tiempo en oídos de maquinista.

Su cuerpo es hermoso todavía. Parte del cansancio lo explica el gimnasio y la extraña autoconsciencia de quien quiere interesar a los demás en su aspecto.
Su mundo es tan teatral como el de una actriz. La diferencia es que Lady Macbeth y las Brujas son verdaderas y se replican por centenares. Cada que toca su vida profesional y esta se entremezcla con la privada, me siento desplazado a uno o a varios de los círculos del Infierno de Dante.  La soberbia, la traición, el orgullo, la lujuria y la codicia toman cuerpo, nombre y apellido, están detrás de nombres abstractos y términos asépticos.
Al final trato de recordar las muchas ocasiones a lo largo de los años en que nos hemos visto: desde los pasillos universitarios a estas largas charlas robadas a su agenda. La viveza de los primeros años es cada vez más suplantada por una autoconfianza que deriva en dureza. Lo ideológico hace tiempo que fue abandonado y ahora priva lo procedimental. Con todo, tiene principios en comparación con el sordo mutilarse de la multitud al fondo. Algo, sin embargo, la coloca en una situación inerme - tan inerme como está la mayoría de los hombres ante los rejuegos del poder- y ese algo es su creencia en la naturalidad de estos procesos, en la profunda incapacidad humana de aprender de los errores.
La luz se extingue. Afuera cruzan rápidamente los vehículos. Por un momento volvemos a ser quienes fuimos en esos días remotos llenos de fe.
Regreso caviloso. La noche cae totalmente sobre mí.

Tuesday, October 09, 2012

Octubre gris

Llegamos al diez de octubre. Mientras escribo esto se confirma la muerte de Heriberto Lazcano y, por otro lado, se discute la pertinencia o no de entregarle el Premio FIL a Brice Echenique.

Ambos eventos, aparentemente desconectados, en realidad expresan un proceso que conforme avancen los días parecerá cada vez más obvio al observador: la redefinición de las esferas de poder e influencia entre el grupo que detentó desde el año dos mil la presidencia y el que llega. Si bien es cierto que los grupos mencionados responden a una misma visión de la política económica, no menos cierto es que bajo lo que parece unanimidad y concurso de intereses, se encuentran los conflictos y choques entre grupos de diversa índole, ahora empeñados en comenzar a definir su lugar en el nuevo estado de cosas.
No es casualidad que mencione a un choque entre la delincuencia y el estado, así como un premio literario como manifestaciones de un mismo proceso en sentido amplio. En ambos casos, se trata de grupos sociales que deben de ya definir su posición o influencia frente al nuevo detentador del ejecutivo. Diferencia clara: en el segundo caso, el ejecutivo es sólo un observador tras bambalinas, hasta hace poco ni siquiera con un titular de Cultura en su equipo de transición.
Sin embargo, hay algo común que añora los viejos días del PRI: tanto la delincuencia como los grupos de intereses en la cultura buscaban la mediación del estado. Una dinámica de sujeción y control, garrote y zanahoria, es común a ambos espacios. Por un lado el jefe de plaza, por el otro el becario del Fonca, ambos de una u otra forma necesitaban de cierta tolerancia del gobierno.
En medio del cambio que viene, mucho ruido y mucha bala tiene como destinatario al nuevo gobierno. El que se va, se va.

Wednesday, May 30, 2012

Una noche de mayo



Mientras escribo, llegan las noticias respecto las deliberaciones del movimiento #Yo Soy 132. De inicio, se puede catalogar como el primer movimiento  estudiantil universitario en más de una década. Igualmente, a diferencia del C.G.H. de 1999, surge con una agenda que no se circunscribe en su accionar táctico al campus universitario. Además, las redes sociales son la gran novedad en este movimiento al brindarles una capacidad de reacción con la que sólo se soñaba previamente.


Una constante de las aproximaciones es la comparación con el movimiento del 68. No exclusivamente con el movimiento estudiantil mexicano de 1968 que es reprimido en Tlatelolco. Más bien, con esa suerte de revolución silenciosa que implicó la irrupción de los estudiantes y, en general, la juventud en distintas latitudes del planeta. El necesario recuento – mismo que hizo Carlos Fuentes a su modo- implicaría recordar México, París, Praga, sin olvidar que sus antecedentes y derivaciones en realidad colmaron el imaginario de lo que se consideraría el ser joven las décadas subsecuentes.

Es este el punto que quiero abordar. A pesar de lo circunscrito de su protesta y lo tremendamente específico de la coyuntura en la que se presenta, la politización y la transformación de pautas sociales de comportamiento apenas ha comenzado. Si algo tiene en común esta protesta con las de La Puerta del Sol en Madrid y La Primavera Árabe, es el carácter completamente abierto de sus alcances. A su vez, las confluencias que convoque son inusitadas: frente a los más jóvenes – al igual que en 1968- se encuentran diversas generaciones con las más diversas posiciones y disposiciones frente al fenómeno del poder y sus distintas caras. A diferencia de 1968, el país hoy tiene una cierta pluralidad, una cierta vida democrática que parece ser susceptible de enriquecerse con este proceso que le cambia el rostro. Pero los retos, igualmente están ahí. Ya no devienen del Ogro Filantrópico incapaz de reconstituirse. Vienen de la misma pluralidad, del necesario aprendizaje del diálogo y la tolerancia en la acción y, por otro lado, de la tentación siempre presente del autoritarismo y la violencia. En este caso, de no ampliarse la capacidad del mismo estado y sociedad mexicana ( y en cierto sentido, global) de hacerse eco de las ansias de participación y transformación que se nos vienen encima, la violencia difusa que hoy vemos y que castiga tanto a activistas como a gente común, podría erigirse en el oscuro expediente que necesitan las castas en el poder para perpetuar el estado de cosas.

Con todo, quiero terminar con una nota de esperanza. Casi todos ubican El Gatopardo, la obra maestra de Tommasi de Lampedusa, como una novela donde el cambio de las apariencias congela el verdadero cambio social. “Que todo cambie, para que todo siga igual” es la divisa que se repite de manera inconexa en distintas fuentes. Esas palabras del protagonista se ven contradichas por la acción de la novela. Al final, en una Italia ya despojada del peso muerto de la aristocracia, el Gatopardo entrevisto en el cuerpo embalsamado de un perro se disuelve en el aire como un recuerdo inerte de una época que, pese a todas las resistencias, queda atrás.

Saturday, April 14, 2012

Urbe

Pasé un par de días en la Ciudad de México. Una noche, me tocó caminar por el Centro Histórico recién mojado por la lluvia. Eso me trajo a la memoria un relato que estoy armando, el cual todavía esta muy lejos de llegar a buen término. El punto es que retoma la idea - ya manejada por muchos- de cómo esta ciudad sobre cieno y antes sobre agua, descansa también sobre historias. En realidad, creo que pocas ciudades pueden tener una historia más desolada que ésta. O tal vez toda gran ciudad que haya pasado por un sitio la comparta.
Simplemente, de noche la Ciudad vuelve a estar surcada de canales y poblada de aparecidos. La piedra recuerda el hambre, el espanto, las discordias. Probablemente también los amores, pero ese recuerdo sólo se condensa en las habitaciones y los rincones más solitarios de los parques. Los amores prohibidos, en cambio, si suelen perpetuarse en alguna leyenda.  Por ahora, dejo a la Ciudad de México, con sus noches de frío y sus cinturones de jacarandas.

Friday, July 15, 2011

Libros

Antes de dormir recordaré los libros que hicieron mi infancia. Primero Las Mil y Una Noches, pero la edición de Aguilar, la de Cansinoss Assens. Comencé a leer sus volúmenes a los diez años, mi mamá lo compró en abonos para mi cumpleaños. Aquí esta uno sobre mi mesa. El Pequeño Larousse, en cambio, me fascino desde antes de leer, igual que un Atlas de la vida salvaje todo escarapelado que guarda los rayones de un momento en que imaginaba dragones en esas láminas (obvio, tenía que ser un libro valioso para que mis padres no lo desecharan tras el suplicio que le aplicó el primogénito).
Mi abuela tuvo otra genial idea. Me pasaba una colección de tiras cómicas de la década de los cuarentas perfectamente atadas con hilo y guardadas desde que llegaron a la casa del rancho, un poco antes de la carretera. Tarzán, básicamente, aunque los Pepines tenían su encanto.
¿Algún otro? Leía de todo. Robinson Crusoe, Ivanhoe, 2O Mil Leguas de Viaje Submarino. Selecciones del Reader Digest lo conocí desde una edición de 1940 y tantos que decía que la esvástica no vencería la cruz y mostraba un pulpito japones con banderitas del sol naciente en Asia, hasta la edición inmediata tras la lectura de mi abuela.
Mi padre no leía para sí, pero le gustaba que mi mamá le leyera el Tesoro del Declamador. Por eso, luego nos leyó todo lo que pudo durante años.
La mayoría de mis libros siguen conmigo. A veces regalo algunos que me parecen resultarán especiales para quién se los obsequio. Pero es raro. Más bien, quiero seguir viviendo la emoción de ir vaciando una caja de libros de veinte, treinta o cincuenta años atrás.
Hay otros libros, los de juventud y adolescencia. Esos contaré luego cuales fueron los significativos, pero por ahora ya son suficientes peces de plata lanzados al aire.
Pero Alá es el más sabio.

Sunday, May 22, 2011

SOL DE MEDIO DÍA

Me encuentro en estos momentos más cansado que de costumbre. El viernes pasado salí de viaje y me encontré ante un panorama demasiado conocido. La temperatura ascendía a cuarenta grados, el sudor entraba en mis ojos sin darme tregua. Todo para hacer un trámite. En una de las esquinas de la pequeña ciudad que visitaba, una tienda de ropa en la que solía comprar se encontraba en remate.
Me gustan estas visitas esporádicas por lo que veo de la gente. De alguna manera podría ir a Bangladesh y encontraría cosas similares: pequeñas barberías, tiendas de bisutería contrabandeada, oficinas recién pintadas donde los llamados a cuidar el entorno chocan con la gente pescando para subsistir entre botellas de refresco vacías.
El problema es que no es Bangladesh. Está demasiado cerca para que diga su nombre. Sin embargo, lo que me cansa no es el sudor en los ojos o el calor. Pasan años sin que realmente vea un cambio de fondo en la mentalidad de la gente. Tal vez patrones de consumo alterados, eso sí.
Es entonces cuando saltan a la memoria poemas como el de los ajedrecistas de Cavafis. Un poema donde dos ajedrecistas combaten en medio de un verdadero combate sin poner atención a lo que sucede alrededor. Siento algo así. O como si México fuera una serie de fortalezas y fosos apenas contactados entre sí. Mundos que no dialogan ni se tocan. Totalmente ajenos.
Si a esta gente que veo – sentada en la acera, vendiendo mangos y papayas, mientras detrás de una cortinilla una mujer morena de vientre enorme bebe una cerveza- me escuchara hablar sobre la birria – no la de Jalisco, sino la de Aguascalientes- no me entenderían. Aquí el borrego es el pedigüey. Si le dijera al hombre criollo, terrestre y católico de Aguascalientes como es el zacahuil o que en ese río cada invierno sube la cría de un gran pez y pese a la prohibición se vende y se consume como si fueran angulas o algo así, tampoco me entendería.
Todo así. Todo en su estanco , sin diálogo, sin pureza pero exigiendo que esta se simule. Por los siglos de los siglos amén.
Es eso lo que cansa.

Saturday, March 05, 2011

Baluarte

La arena. El fluir incesante de la arena. El sentir su lento enroscarse en círculos alrededor de la misión. El ver el profundo rosa de la aurora y el arder incendiario de los amaneceres. La arena. La arena que se enrosca. La lentitud del día que se encoge en la sombra. El día humano. El ser humano que se va empequeñeciendo, reduciéndose al cuaderno de notas y la cámara. Son los días más lentos que te ha tocado vivir. Afuera, del rosa violáceo al azul intenso y nuevamente la transparencia de la noche. Es el tiempo natural. Tiempo prehistórico. Un tiempo más allá del hombre. Cinturones de estrellas mostrándose y girando todas las noches mientras te calientas al fuego. Todo gira, todo se enrosca, piensas, sin recordar si lo pensaste ayer o antier o el día que decidiste alojarte en la vieja misión para poner tus ideas en orden, viejo payaso, recordando a Bowles y a Eusebio Kino, nombres que ya no tienen sentido, nombres de una existencia pasada, de una existencia abandonada tiempo atrás, más allá de los montes de arena, más allá del mar que sabes próximo y que en medio de las ondas de calor y el eco de la arena que fluye es adivinado.

Hay agua en el pozo. Siempre ves con placer el cubo que asciende desde las profundidades de la tierra. Sientes el agua, arrancada de su reposo de sombras por tu mano. Aquí no hay gente. Te sabes loco y por eso no en balde avisaste a los amigos en el rancho. Vendrán – dicen- a recogerte. Y a lo mucho garrapateas tus notas pero sabes que no sacaras nada en claro, te imaginas como esos hombres medievales que aparecen bajo la cinta del zodiaco, no en lo que tienen de sabios, sino en la inmovilidad de su gesto. Recuerdas esa otra imagen del hombre al borde del mundo conocido, cayendo a las profundidades. Tú sabes que esa es precisamente tu condición: estas cayendo en ese vacío extraño de tu consciencia, de tu alma que siempre pensaste como una imagen de ti mismo en transparencia y ahora sabes que es otra cosa: un cuenco de madera, un cubo en el que cae agua, granos de arena frotándose, un murmullo lejano que se adivina desde la cama en algún punto indescriptible, cualquier cosa, pero cualquier cosa evanescente, o, más precisamente, la huella de un lagarto en la arena.
Los primeros días el calor, la soledad, los bichos te parecían retos propiciadores o amenazas, ahora eres un palpitar constante, un eco de ti mismo que se repite incesantemente. Ya no lees como dijiste que harías y no te preocupa aquello que alguna vez conociste como noticias.
En cambio, llegan recuerdos repentinos. A veces a media noche, cuando vez ese oscuro espejo donde brillan miríadas de estrellas. O en la cama, en ese revolverse inquieto de un lecho apenas decoroso. Por alguna razón no quieres deshacerte del crucifijo y la cadena, pero tu fe ya es otra, si todavía puede decirse que tienes fe. La fe es un sabor a fierro. La imagen de ese cuerpo que ahora sabes fue uno con la arena, la caliza y la langosta. Piensas esto pero no lo piensas como antes. Los pensamientos llegan como filtraciones. Como imágenes desvaídas.
La niña por ejemplo. Primero una niña lluvia que aparece como eco de un comercial de Coca Cola que irrumpe en la soledad de la noche o en esa extraña calma de la media tarde cuando el sol se acerca a una muerte desde la seriedad de la plenitud. Luego te pierdes en el azul débil de las líneas del cuaderno, en el brillo amable de la pluma que te lleva de nuevo a la época de las plumas fuentes y la tinta derramándose.
Vuelves a la niña. Si es rubia, la imaginas como una que aparecía en los cárteles y las fotos de las revistas norteamericanas de tus abuelos. Una niña de un anuncio de pan que nunca conociste. Luego, sí, ahora lo recuerdas, te diste cuenta que te recordaba a aquella mujer que tanto quisiste. Si es morena, normalmente sonríe y te saluda de lejos. Tú abres los ojos y ves el techo alto de la habitación. La piedra. La madera. Las arañas, el calor que baja hasta ti, la sequedad del ambiente. Te das cuenta que las añoras, que añoras esa vida, que de la imagen de esa niña – a veces rubia, a veces morena- pasas a recordar a distintas mujeres. La morena, ahora recuerdas, fue tu primera compañera de juegos, antes de que siquiera tuvieses hermanos. No recuerdas su nombre. No recuerdas nada. Sólo que era morena y su cabello caía como cascada. Eras un niño tonto, tímido, sobreprotegido. No sabes si aún lo eres, ahí, escondido entre las arenas, escuchando el eco del tiempo desmoronándose, recordando las historias árabes de ruinas en los páramos, de imperios caídos y de genios en redomas. Pero claro, tú sabes que eso también lo pensaste ayer y lo pensarás mañana, hasta que tengan la inoportuna idea de regresar por ti y llevarte de nuevo, de ser posible, a ese tiempo de los hombres que ahora te resulta más improbable que los bordes vaporosos del horizonte sobre las dunas, incontables allá en el horizonte, más allá de ese pequeño baluarte fuera del tiempo en que ahora estás.

Saturday, November 13, 2010

Extrañas memorias del tiempo pasado

No sé si era demasiado joven. O si mi memoria falla demasiado. Simplemente no recuerdo un periodo tan corrupto, tan mortalmente corrupto como este.
Recuerdo una noche después de que mataron al cardenal en el aeropuerto. Sentí miedo de atravezar la arboleda que bordeaba la escuela.
México no es así, me dijeron.
Había quien recordaba a Maximino. La manera en que Jenkins se hizo Jenkins. Una rama de mi familia recordaba un periodo de asesinatos habituales en tiempo de mis abuelos, cuando la vainilla costaba vidas y tenías que cuidarla armado. Mi padre tenía presente la violencia en Centroamérica, los bombazos que no alteraban a nadie a media cuadra de la explosión.
Eran charlas. Eran memorias. Gente a caballo que llegaba y prendía fuego a la casa. El general tal que veia a una mujer y se la llevaba, un rancho y se la llevaba. Pero la gente era buena y trabajadora, decían. Había sobresalto cuando aparecía un muerto. Uno. Y muy a la larga, en charlas entre vecinas o por azares increíbles, te llegabas a enterar de los detalles. Uno más en malos pasos.
¿Corrupción? Si, había que pagarle al de tránsito quiza. Pero nada como Banrural. O las tranzas de los petroleros. Quiza algún funcionario bancario era despedido. La corrupción o era muy abajo o muy arriba. Había una clase media pretensiosa que deseaba ser más y apostaba por la educación de sus hijos. El pobre sería campesino o herrero. Si estudiaba tendría un mejor trabajo. Alguno se iría a Estados Unidos.
Estados Unidos. Ahí si hay armas en las escuelas. Y drogas. Y rock que es diábolico y un instrumento para que perdamos nuestra identidad cristiana. Pero México no es así. Eso me decían en la escuela privada. En la pública me dijeron que México no era así. Que teniamos a Juarez, nuestras tradiciones y unidad nacional. Si, el rock es diábolico y apátrida por cierto.
Esa noche cruzamos la larga calle hasta la parada del camión un poco temerosos.Ya era tarde. Alcanzamos a algunas preparatorianas rezagadas (turno vespertino, cabe mencionar).
Cada quien tomo su rumbo. Yo un microbus repleto de muchachos. Mi amigo siguió su camino hasta su casa en el barrio, temible por sus borrachines escándalosos. Llegamos tranquilos y sin problemas.
Ahora México no es así.

Sunday, October 17, 2010

Amaneceres

El silencio rompe la pauta en el amanecer de los tableteos.

El amanecer se encuentra orlado por el alambre de púas.

La Biblia esta plena de figuras de amargura. Mirra, agua salobre, hiel y vinagre. Sin embargo, esta arista de los Misterios nunca será mostrada en los almacenes por Navidad.

El amanecer es el momento previo al erizado despertar de los eriales.

Voces e imágenes de muerte saturan los amaneceres. Granadas y cuerpos pendiendo al azar.

La Biblia esta llena de imágenes de dulzura. Miel, leche, higos. El Cantar de los cantares contrapuntea las Lamentaciones de Jeremías. Sin embargo, esta arista de sobria belleza, tampoco será mostrada en los anuncios de Navidad.

El amanecer tambien puede irrumpir sobre una cajita de Olinala, sobre una miniatura con aplicaciones de concha nácar de Hidalgo o un simple adorno de papel de china.

Lo pequeño, lo nimio, lo sobrio. El fugaz brillo del sol matinal sobre la mesa. Lo simple, lo duradero, lo frágil. Esa es la paz de los amaneceres.

Monday, August 02, 2010

El río de la memoria

Apenas hace unas semanas fui al rancho. Tuve la osadía de caminar por la orilla del río a mediodía. Quedé empapado en sudor, quemado del rostro y sorprendido de que sólo fueron veinte minutos de caminata. El recorrido no es díficil ni cansado: empieza en la calle Rivera del Río, continúa por una serie de casas a la orilla del mismo y sigue bordeando platanales y campos abandonados hasta que llego a la vereda del rancho y doblo hacía la casa.
Recorrerlo es hacer memoria de una serie de historias contadas desde lejos e incluso de algunas vividas. Fue en ese recorrido - no sé donde- donde algún tío abuelo encontró a un grupo de revolucionarios colgando a su mejor amigo y él tuvo que abrazarlo para ayudarlo a bienmorir, so pena de ser el siguiente. Y aún así, más tarde, murió de la impresión.
Mi abuela me platicaba de la vez que viendo la creciente, esa mezcla de agua revuelta, troncos y basura, alcanzaron a ver pasar una casa con la gente en el techo. Y así. Historias y más historias, una memoria que se combina con los infaltables libros y resulta en un acervo extraño, hecho no sólo de esos recuerdos, sino de sabores y sensaciones compartidas. Ese tejido de recuerdos, vale la insolada, aunque lo mejor, es el mismo recorrido al atardecer. Entonces las garzas y las aves acuáticas resultan mucho más fáciles de observar.