Saturday, February 25, 2006

B. Traven, no Bruno Traven.

Hace algunos años tuve acceso a una edición mexicana de 1942 del Puente en la Selva. Me encantó. Era una crítica al eurocentrismo hecha por uno de los intelectos más penetrantes y sensibles que haya dado el periodo de entreguerras.
El problema que enfrenté con esa obra es su inexistencia legal. Al parecer, alguien la había traducido del alemán y la había hecho circular sin preocuparse mucho por los derechos de autor. Esta cuestión legal tiene una lamentable consecuencia literaria: cuando quise volver a disfrutar de la obra en una edición más reciente, me encontré con un cuadro costumbrista de menor calidad estética y sin la carga profundamente subversiva de la versión que recordaba con cariño.
¿Qué sucede? Pues nada y todo: B. Traven solía escribir sus obras en alemán y las hacía traducir al inglés. Más o menos. De lo que se trataba era de que en medio de esta dualidad de lenguas se extraviaran los intentos para identificar al autor. Al final, se descartó el origen norteamericano y se impuso el criterio de que el autor era alemán. Ahora bien: por azares del destino (¿no podía haber conseguido una mejor frase hecha?), Esperanza López Mateos, brillante y problemática hermana del expresidente de la República – un problemático que no tiene nada que ver con el tipo de problemas que generaron Maximino Ávila y Raúl Salinas: al parecer la dama simpatizaba con círculos progresistas- obtuvo los derechos de las traducciones de la obra de Traven al español. Bravo. Sólo hay un problema: se tradujeron del inglés, obras originalmente escritas en alemán y quedamos condenados a leer la sombra de una sombra en la inmensa mayoría de las ediciones.
Puente en la selva se encuentra ambientada en una zona de la Huasteca donde, entre la migración al norte y la influencia petrolera, comienza a trastocarse la vida tradicional de las comunidades. Habrá que releerla, preferentemente en alemán.

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