Wednesday, February 22, 2006

Revisiones

Hace un poco quise escribir sobre la llamada maldición mixteca. Alguién quería hacerse el gracioso con la cábala de que el otro gobernador originario de la Mixteca, el general Nava Castillo, había sido depuesto antes de terminar su periodo.
Efectivamente, hay una maldición. Pero no tiene nada que ver con espacios geográficos. Tiene que ver con la permanencia de rasgos autoritarios en el ejercicio del poder, con la continuidad dada a los poderes discrecionales del Justicia Mayor virreinal y de los caciques de todo signo y todo tiempo. Tan bien se saben usar estos poderes surgidos de la precareidad que son precisamente aquellos que se encuentran en esta posición de vulnerabilidad frente a los poderes fácticos quienes responden al llamado urgente de una clase política incapaz de sostenerse dentro del marco legal del estado liberal.
Por cierto, lo único que puede salvar a Marín es una maldición peor que la perdurabilidad del autoritarismo: la ausencia del ciudadano como actor de su propio destino.
Nos vemos el domingo a las 11:00.

1 comment:

Kamui said...
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